En esta serie de 2 artículos analizan diferentes aspectos relativos a la gestión de servicios públicos como son el beneficio industrial, la fiscalidad (analizados en el último artículo de noviembre), el know-how, las economías de escala, los costes de transacción y la concurrencia / competencia derivada de los procedimientos de licitación de servicios y en cuanto a las modalidades de gestión directa e indirecta.
En este segundo artículo de la serie nos centramos en los siguientes:
El know – how
Se empieza a utilizar el concepto en los últimos tiempos para denominar a los conocimientos preexistentes, no siempre académicos, que incluyen técnicas, información secreta, teorías e incluso datos privados -como clientes o proveedores-. El know-how tiene una directa relación con la experiencia, es decir, la práctica prolongada que proporciona conocimiento o habilidad para hacer una determinada cosa.
En relación a la prestación de servicios públicos, depende mucho del servicio la necesidad de know-how, en tanto, no es lo mismo prestar el servicio de limpieza de edificios municipales o guarderías que el de abastecimiento de agua o el de obra pública (estos dos últimos requeridos de un mayor nivel de especialización y de conocimientos preexistentes).
Los servicios que requieren más tecnología pueden resultar más ventajosos prestados en régimen de gestión indirecta ya que suelen ser grandes empresas con capacidad de inversión más elevada y nivel de capitalización más alto que el sector público.
Las economías de escala
Se entiende por economía de escala al poder que tiene una empresa cuando alcanza un nivel óptimo de producción para ir produciendo más a menor coste, es decir, a medida que la producción en una empresa crece, sus costes por unidad producida se reducen. Cuanto más produce, menos le cuesta producir cada unidad.
- Las fuentes habituales de economías de escala son:
• el inventario (compra a gran escala de materiales a través de contratos a largo plazo).
• de gestión (aumentando la especialización de los gestores).
• financiera (obteniendo costes de interés menores en la financiación de los bancos).
• marketing y tecnológicas (beneficiándose de los rendimientos de escala en la función de producción).
Son una gran ventaja de la gestión indirecta ya que las grandes empresas suelen ofrecer más rentabilidad que las pequeñas y medianas dado que compran mucha cantidad, pueden ajustar los precios con los proveedores y conseguir costes más reducidos.
Son empresas especializadas, en las que los trabajadores pueden concentrarse en tareas específicas y, a largo plazo, mejorar sus habilidades y realizar su trabajo de manera rápida y eficiente. La gestión indirecta, realizada a través de grandes empresas privadas, aprovecha el sistema de economías de escala, es decir, el personal, el material y la maquinaria que utilizan no son exclusivos del servicio de cada municipio sino que son propios de la empresa y comparten el uso en varios municipios implicando esto una reducción de costes.
Los costes de transacción
Los costos de transacción se refieren a los costes en que se incurre para poder llevar a cabo una transacción de mercado, en el caso que nos ocupa sería la adjudicación y desarrollo de un encargo de obras. Entre los principales costes de transacción cabe destacar:
• Costes de búsqueda: costes asociados a encontrar los proveedores del bien o servicio que necesitamos. Investigar su idoneidad, fiabilidad, disponibilidad y precios.
• Costes de contratación: son los costes de negociar y redactar los contratos. Al que se incluyen los costes de verificar el cumplimiento de lo acordado.
• Costes de coordinación: es el coste de organizar y coordinar los diferentes entradas o procesos que se requieren para obtener el bien o servicio deseado. Dentro de estos costos se encuentran los costes de comunicación, transporte, etc.
El ahorro en costes de transacción es, a priori, una ventaja de la gestión directa. Todo contrato ya sea de concesión administrativa, de obra, servicios o suministros tiene unos costes asociados:
– determinación del precio del servicio,
– redacción de los Pliegos de Cláusulas,
– publicaciones,
– atención a las consultas de las empresas interesadas,
– recepción y registro de las ofertas presentadas,
– constitución de la mesa de contratación,
– redacción de los contratos,
– seguimiento del cumplimiento del servicio contratado.
Este procedimiento se deberá seguir cada vez que finalice un contrato así que cuanto más corta sea la duración del contrato, más costes de transacción asociados para la Administración pública.
Una ventaja de la gestión directa es que elimina los costes y problemas derivados del trato con las compañías privadas.
La concurrencia, la competencia y la asignación óptima derivada de los procedimientos de contratación
A través de la competencia, las administraciones públicas y la sociedad se benefician de las mejores ofertas en relación con los bienes y servicios que van a contratar, en términos de precio, calidad e innovación, contribuyendo a la generación de valor social y económico y garantizando la libre concurrencia, la competitividad y la igualdad de oportunidades.
La concurrencia es uno de los objetivos que persigue cualquier procedimiento de contratación y ella lleva implícita la competencia ya que cualquier empresa (que cumpla los requisitos de solvencia técnica, económica …) se puede presentar al concurso. A mayor concurrencia, mayor competencia y mayor posibilidades de realizar una asignación óptima de recursos, en el sentido de que el encargo resulte adjudicado a la empresa que mejor propuesta de calidad-precio aporte
De lo expuesto en ambos artículos de la serie, se desprende que existen aspectos de los analizados que resultan más beneficiosos en la gestión directa (fiscalidad, beneficio industrial y costos de transacción) y otros en la indirecta (know-how, economías de escala y concurrencia y asignación óptima) y será cuestión que en cada servicio que se analice ponderar cómo impactan cada uno de los anteriores aspectos y tomar la decisión de modalidad de gestión considerando la globalidad del impacto.